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La generación 'baby-boom' española trabaja menos que sus padres

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Los jóvenes menores de 35 años no se sienten cómodos en el mundo laboral. Las quejas: en España las jornadas son demasiado largas y se cobra poco. Una imagen demasiado negra para un mundo que, en realidad, está más cerca del rosa. 
Se manifiestan multitudinariamente en Francia, claman más derechos en España y protagonizan revueltas estudiantiles en Austria. Se trata del resurgimiento de las nuevas oleadas reivindicativas que campan, a sus anchas, en toda Europa.
Lejos de parecer un grupo minoritario, su bandera –la que encabeza la marcha del cambio del todo por el todo– ha conseguido ocupar un lugar privilegiado en los programas electorales.
E, incluso, ha propiciado situaciones paradójicas como la de Francia, donde tanto el candidato conservador Nicolás Sarkozy como la socialista Segolene Royal han diseñado su política social a medida y capricho de este público.
Pero el viraje político, también ha calado en España, donde los eslóganes de las próximas elecciones autonómicas no escatiman en "adjudicar viviendas" y "garantizar mejores salarios"... a cambio de un voto.
Precisamente eso –acceder a todas las prestaciones a cambio de poco esfuerzo– es lo que reclaman los cerca de 12,3 millones de jóvenes de entre 16 y 34 años que viven en España.
¿Pero acaso las condiciones del mercado laboral son tan negras que impiden conseguirlo por méritos propios?. Los ejemplos mostrados a continuación desmontan algunos de los tópicos asociados a las supuestas pésimas condiciones de empleo y calidad de vida entre este sector de la población.
La evolución de los salarios
En la última década, la existencia de cláusulas de revisión salarial en la mayoría de los convenios colectivos ha permitido que los precios crezcan sin mermar el poder adquisitivo de los trabajadores. El incremento salarial más alto de los últimos años se produjo en 2003, cuando el sueldo se elevó un 5,2 por ciento.
Posteriormente, los aumentos de las retribuciones se fueron corrigiendo (4,9 por ciento, en 2004 y 4,4 por ciento, en 2005) para luego experimentar un ligero ascenso en 2006: 4,6 por ciento. Ese mismo año, la inflación cerró en el 2,7 por ciento.
En 2007, el incremento se situará, según los pronósticos de varias entidades financieras, en el 4,1 por ciento, si bien las previsiones realizadas a principios de año se quedarán cortas si se mantiene el entorno de crecimiento de la economía española.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que de los 6,7 millones de jóvenes empleados, casi 1,3 millones lo hacen a jornada parcial. O, dicho en otras palabras, dos de cada diez jóvenes no alcanzan a trabajar las ocho horas diarias.
Más ocupación
La bonanza económica ha propiciado también la disminución del desempleo que, en términos interanuales, descendió un 7,4 por ciento en la población analizada. La caída, del 15 por ciento, desde el cuarto trimestre pasado, fue especialmente significativa entre los menores de 20 años.
Y para muestra un botón: al día de hoy el número de desempleados de entre 16 y 24 años, un subgrupo tradicionalmente castigado por el desempleo, apenas alcanza los 250.000, mientras que hace diez años, este grupo lo formaban casi el doble. En 2006, los menores de 25 años representaban como promedio un 10,3 por ciento de los empleados.
Temporalidad
La alta tasa de temporalidad es un mal endémico del mercado español –del 31,9 por ciento en el primer trimestre del año, la mejor cifra registrada desde 2003– y, en España, afecta a dos de cada tres jóvenes menores de veinticinco; se trata, en su mayoría, de jóvenes que alternan sus estudios con un trabajo, dado que el 70 por ciento de estos contratos proliferan en las campañas de Navidad y vacaciones de verano.
Tiempo efectivo de trabajo
En toda la UE, prolifera la imposición de límites a la duración de las jornadas de trabajo como forma de garantizar el descanso del trabajador, una idea que ha inspirado la regulación comunitaria de los últimos años. Pues bien, la generación baby-boom española se ha topado, directamente, con un descenso generalizado de las horas trabajo en Europa.
Así, según un informe divulgado por el CES, hasta las dos últimas ampliaciones de la UE, la proporción de empleados que trabajaba de 39 a 41 horas se había reducido un 15 por ciento, desde el año 1991, una tendencia que ha variado con la entrada de nuevos Estados miembros en 2005 que presentan, en general, jornadas más largas.
No obstante, la estadística europea no empaña el escenario español, donde el tiempo efectivo de trabajo se sitúa en las 40 horas semanales, lejos de las 43 horas de Grecia, las 42 de Alemania o Austria o, incluso, las 41,4 de Irlanda.
Ocaso de la vida laboral
El Ejecutivo español ha indicado, recientemente, la necesidad de alargar la vida laboral para asegurar el sistema de pensiones pero lo cierto es que, en España, las prejubilaciones son un fenómeno en aumento.
La edad efectiva de jubilación, de hecho, se sitúa en los 61 años. España forma parte de un grupo e Estados privilegiados (junto con Francia, Hungría, la República Checa y Luxemburgo que mantienen una edad de 65 años o menos).  

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