Las madres españolas retrasan su vuelta al trabajo por la falta de ayudas
Fuente Luis Izquierdo A las madres con alto nivel educativo y salarial sí les sale rentable trabajar | Las mujeres españolas pueden solicitar hasta tres años de excedencia, pero sin cobrar | Sólo el 5% de los niños menores de tres años accde a las guardería públicas
Volver al trabajo después de la baja maternal no es, en absoluto, sencillo. Después de unas semanas cuidando del bebé las 24 horas del día, a cualquier mujer le cuesta dejar a su pequeño retoño al cuidado de otra persona. Pero para muchas madres el problema va más allá de la separación de su hijo y su preocupación está más relacionada con la carga económica que entraña la vuelta a la actividad laboral. Para la mayoría de las españolas con salarios medios y bajos el coste de alguien que cuide del niño o el pago de una guardería privada - es casi imposible acceder a una pública tal es la escasez de plazas (véase el gráfico)- es demasiado alto como para que duden si merece la pena seguir trabajando.
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Hasta el momento, el hecho era fundamentalmente una intuición. Ahora un estudio de la Universidad de Essex, en el Reino Unido, constata que las mujeres españolas con estudios primarios o secundarios están entre las europeas que más tiempo tardan en regresar a su trabajo después de dar a luz a su primer hijo.
La doctora en Ciencias Económicas Chiara Pronzato, del Instituto para la Investigación Social y Económica (ISER), expone en su investigación "Regreso al trabajo después del nacimiento: ¿Influye el permiso maternal en Europa?" cómo griegas y españolas se comportan de forma muy diferente dependiendo del nivel formativo con el que cuentan y, en consecuencia, de la escala salarial a la que pertenecen. Y cuanto menor es su formación, más retrasan la decisión de volver a tener un trabajo remunerado.
Tan sólo las madres con estudios superiores reproducen los patrones de la mayoría de los países europeos analizados, con la excepción de Austria y Finlandia, donde todas las mujeres - independientemente de su nivel de estudios- tardan muchos meses en reincorporarse por las importantes políticas públicas de ayuda a la maternidad.
La investigación de Pronzato comienza por establecer una comparación en los periodos de baja maternal existentes en Europa y el tiempo y tipo de cobertura económica. Plazos y ayudas son de lo más heterogéneo, pero a modo de resumen puede señalarse que la horquilla de estos permisos se mueve entre las 22 semanas de Italia y las 14 de Suecia. Sin embargo, tanto en un caso como en el otro existen prórrogas con distinto grado de remuneración. En el caso de Italia, de 11 meses y en el de Suecia de 18.
En España la baja maternal es de 16 semanas, en las que la Seguridad Social cubre el 100% del salario. Existe la posibilidad de solicitar una excedencia de hasta 3 años para el cuidado de hijos, pero durante ese periodo la madre no recibe ningún ingreso. En Francia los plazos son los mismos que en España pero la madre puede recibir importantes ayudas que pueden alcanzar hasta los 512 euros al mes para las familias con uno o dos hijos menores de tres años y los 750 euros si se atreven con el tercero durante esos tres años.
También compara la investigación británica la disponibilidad de plazas en escuelas infantiles para menores de 3 años. Ahí las diferencias son mucho mayores. De las 55 plazas por cada 100 niños de Dinamarca a las dos del Reino Unido. Aunque sólo en Irlanda el Gobierno cubre el 100% del coste de los cuidados.
España está entre los últimos puestos con cinco plazas públicas por cada cien niños y una cobertura con fondos públicos del 80%. El trabajo, que no aborda la oferta privada de escuelas infantiles de 0 a 3 años, destaca precisamente la escasez de plazas públicas, al señalar las reducidísimas oportunidades de encontrar un servicio económico para el cuidado de los más pequeños. Esto, según el citado estudio, se convierte en uno de los factores que dilata el retorno al empleo entre el colectivo de las mujeres con ingresos bajos y medios en España.
El informe concluye que los países con largos periodos de cobertura económica en las bajas maternales, como el caso de Austria y Finlandia, consiguen con ello igualar las opciones de las mujeres, independientemente de su nivel de ingresos, a la hora de regresar a sus puestos de trabajo.
En los países donde las mujeres reciben más ayudas, las que tienen un trabajo con ingresos bajos se reincorporan antes al trabajo que en España, pero las que tienen remuneraciones más altas retrasan su incorporación.
La vuelta al trabajo después de la maternidad es, por tanto, un problema para las españolas con menor nivel de formación, pero lo es también para la sociedad en su conjunto, pues la mayoría de expertos coincide en que su participación en el mercado laboral será imprescindible para el crecimiento del país en los próximos años. El catedrático de Economía Aplicada de la Universitat Autònoma de Barcelona Josep Oliver explica cómo en los próximos años el avance generacional y los baches de natalidad de las últimas décadas obligarán a seguir importando mano de obra inmigrante, retrasar la jubilación e incorporar en mayor medida a las mujeres al mundo del trabajo, si el país quiere seguir creciendo económicamente.
Volver al trabajo después de la baja maternal no es, en absoluto, sencillo. Después de unas semanas cuidando del bebé las 24 horas del día, a cualquier mujer le cuesta dejar a su pequeño retoño al cuidado de otra persona. Pero para muchas madres el problema va más allá de la separación de su hijo y su preocupación está más relacionada con la carga económica que entraña la vuelta a la actividad laboral. Para la mayoría de las españolas con salarios medios y bajos el coste de alguien que cuide del niño o el pago de una guardería privada - es casi imposible acceder a una pública tal es la escasez de plazas (véase el gráfico)- es demasiado alto como para que duden si merece la pena seguir trabajando.
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Hasta el momento, el hecho era fundamentalmente una intuición. Ahora un estudio de la Universidad de Essex, en el Reino Unido, constata que las mujeres españolas con estudios primarios o secundarios están entre las europeas que más tiempo tardan en regresar a su trabajo después de dar a luz a su primer hijo.
La doctora en Ciencias Económicas Chiara Pronzato, del Instituto para la Investigación Social y Económica (ISER), expone en su investigación "Regreso al trabajo después del nacimiento: ¿Influye el permiso maternal en Europa?" cómo griegas y españolas se comportan de forma muy diferente dependiendo del nivel formativo con el que cuentan y, en consecuencia, de la escala salarial a la que pertenecen. Y cuanto menor es su formación, más retrasan la decisión de volver a tener un trabajo remunerado.
Tan sólo las madres con estudios superiores reproducen los patrones de la mayoría de los países europeos analizados, con la excepción de Austria y Finlandia, donde todas las mujeres - independientemente de su nivel de estudios- tardan muchos meses en reincorporarse por las importantes políticas públicas de ayuda a la maternidad.
La investigación de Pronzato comienza por establecer una comparación en los periodos de baja maternal existentes en Europa y el tiempo y tipo de cobertura económica. Plazos y ayudas son de lo más heterogéneo, pero a modo de resumen puede señalarse que la horquilla de estos permisos se mueve entre las 22 semanas de Italia y las 14 de Suecia. Sin embargo, tanto en un caso como en el otro existen prórrogas con distinto grado de remuneración. En el caso de Italia, de 11 meses y en el de Suecia de 18.
En España la baja maternal es de 16 semanas, en las que la Seguridad Social cubre el 100% del salario. Existe la posibilidad de solicitar una excedencia de hasta 3 años para el cuidado de hijos, pero durante ese periodo la madre no recibe ningún ingreso. En Francia los plazos son los mismos que en España pero la madre puede recibir importantes ayudas que pueden alcanzar hasta los 512 euros al mes para las familias con uno o dos hijos menores de tres años y los 750 euros si se atreven con el tercero durante esos tres años.
También compara la investigación británica la disponibilidad de plazas en escuelas infantiles para menores de 3 años. Ahí las diferencias son mucho mayores. De las 55 plazas por cada 100 niños de Dinamarca a las dos del Reino Unido. Aunque sólo en Irlanda el Gobierno cubre el 100% del coste de los cuidados.
España está entre los últimos puestos con cinco plazas públicas por cada cien niños y una cobertura con fondos públicos del 80%. El trabajo, que no aborda la oferta privada de escuelas infantiles de 0 a 3 años, destaca precisamente la escasez de plazas públicas, al señalar las reducidísimas oportunidades de encontrar un servicio económico para el cuidado de los más pequeños. Esto, según el citado estudio, se convierte en uno de los factores que dilata el retorno al empleo entre el colectivo de las mujeres con ingresos bajos y medios en España.
El informe concluye que los países con largos periodos de cobertura económica en las bajas maternales, como el caso de Austria y Finlandia, consiguen con ello igualar las opciones de las mujeres, independientemente de su nivel de ingresos, a la hora de regresar a sus puestos de trabajo.
En los países donde las mujeres reciben más ayudas, las que tienen un trabajo con ingresos bajos se reincorporan antes al trabajo que en España, pero las que tienen remuneraciones más altas retrasan su incorporación.
La vuelta al trabajo después de la maternidad es, por tanto, un problema para las españolas con menor nivel de formación, pero lo es también para la sociedad en su conjunto, pues la mayoría de expertos coincide en que su participación en el mercado laboral será imprescindible para el crecimiento del país en los próximos años. El catedrático de Economía Aplicada de la Universitat Autònoma de Barcelona Josep Oliver explica cómo en los próximos años el avance generacional y los baches de natalidad de las últimas décadas obligarán a seguir importando mano de obra inmigrante, retrasar la jubilación e incorporar en mayor medida a las mujeres al mundo del trabajo, si el país quiere seguir creciendo económicamente.
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