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Morfopsicología: seleccionar trabajadores por la cara

Fuente ANA MARÍA ORTIZ
Cómo una empresa oscense ha multiplicado sus ventas tras aplicar una novedosa técnica de selección de personal. Elige a los más aptos estudiando las facciones de sus rostros 
 
Desde el repartidor a la administrativa pasando por el informático. Desde 2004, todos los empleados de la empresa oscense Bigmat Ochoa son elegidos mediante un análisis de sus caras. Un rostro abrupto, por ejemplo, delata a un mal vendedor. Nunca antes había conseguido trabajo de manera tan atípica. María José había contestado a las preguntas de rigor y esperaba que el entrevistador le extendiera protocolariamente la mano -«ya te llamaremos»- cuando el jefe de la empresa sacó la cámara: «¿Te importa que tome unas imágenes de tu cara? Son para un análisis morfopsicológico». La aspirante a administrativa, 37 años, no había escuchado semejante tecnicismo en su vida. «Quiero que las vea un especialista capaz de determinar tu tipo de inteligencia, tus habilidades en la relación con los demás y tu capacidad de trabajo a través del estudio de las facciones de tu rostro», le decía Joaquín Barradés.

Un click de ratón y las fotografías captadas en la sede de Bigmat Ochoa, en Monzón (Huesca), llegaban al ordenador de Julián Gabarre, morfopsicólogo de profesión con despacho en Barcelona. María José competía con otros seis candidatos, igualmente retratados por indicación del especialista. «De mí dijo que no me gustan las mentiras, que no me da miedo el trabajo -aunque me incomodan los cambios bruscos y me cuesta organizarme- que disfruto en el trato con los demás y que hace falta que me pinchen mucho para que me altere», explica la morfopsicoanalizada.

El perfil de María José -prudente, paciente, nada grosera- y las exigencias de la vacante a cubrir -la incómoda silla de reclamación de pagos a los clientes- encajaban como las piezas de un mecano. Gabarre se decantó por ella sin titubeos. Y ahí esta, en nómina de Bigmat desde octubre pasado, dando la cara por la empresa y bien acoplada. No es la única en la firma, dedicada a la venta de materiales de construcción y fontanería, que ha conseguido el puesto gracias a las ondulaciones de su frente o la forma de su nariz. Desde que Joaquín Barradés, el jefe, asistió en 2004 a una conferencia en la que Gabarre detallaba su técnica, todas las incorporaciones y promociones de la plantilla se gestan en la pantalla del ordenador del morfopsicólogo: el director comercial, la persona encargada de las ventas en la exposición, el jefe de informática, el camionero, el repartidor, el operario del almacén... Del primero al último.

Gabarre, quien gusta de definir la morfopsicología como «el psicoanálisis inmediato», ha elegido a 54 de los 65 asalariados que actualmente tiene la empresa. «Es el mejor de los sistemas de selección que he probado», asegura el jefe de Bigmat Ochoa, quien antes de aquella conferencia usaba la entrevista personal y la grafología.

Su satisfacción es lógica. Lo que no pueden rebatir los escépticos con esta técnica que defiende la literalidad de la frase «la cara es el espejo del alma» son sus cifras. En 2004, el año que Bigmat Ochoa contrató por primera vez los servicios de Gabarre, la empresa acabó el ejercicio con un crecimiento del 10%. Aún no se notaba la mano del morfopsicólogo -ese año sólo tuvo tiempo de cerrar dos fichajes- y la firma repetía las cifras de los años anteriores. Pero en 2005, ya con Gabarre ejerciendo de seleccionador, las ventas aumentaron en 23%. Se duplicaron en sólo 12 meses. Y en Bigmat Ochoa se han comido las uvas celebrando un aumento del 30% y 15 millones de euros de facturación en 2007.

Los datos son aún más halagadores si se comparan con los generales de todo el grupo. Mientras que el resto de empresas que conforman Bigmat Promoespaña -donde Bigmat Ochoa está asociada- han crecido un 32% de media en los cuatro últimos años, la filial de Huesca lo ha hecho un 97,3%. Tres veces más que el resto. Por cierto, al director general del grupo, Jesús Prieto, también lo eligió Gabarre, previo estudio de sus facciones.
«Raramente se equivoca en sus predicciones», dice el responsable de Bigmat Ochoa. A veces, al morfopsicólogo ningún candidato le parece lo suficientemente apto para el puesto. «Éste es el menos malo pero es probable que termine estresándose trabajando de cara al público», vaticina. Y así acaba sucediendo. En la cara de Barradés, Gabarre ha visto a un jefe innovador, muy cerebral, aunque quizás demasiado perfeccionista.

No encontrarán entre los empleados de Bigmat Ochoa gente con rostros de morfología abrupta. No hay contratados con mandíbulas excesivamente irregulares ni pómulos abollados. Porque estos rasgos delatan cierta carencia de habilidades diplomáticas, algo incompatible con una empresa que pretende vender. «En un centro de este tipo es importantísimo que desde el que carga el camión hasta el que transporta la mercancía tengan mentalidad comercial y buen trato con el público», explica Gabarre.

En un puesto donde hubiera que manejar información delicada nunca pondría a una persona con los sentidos -ojos, nariz y boca- muy grandes porque, por lo general, tienen necesidad de contar. Y para llevar los mandos de un avión desecharía a lo que la morfopsicología denomina un retraído lateral puro (una persona cuyo perfil dibuja una línea muy inclinada, como el retrato de abajo del empleado conflictivo). «Primero actúan y después meditan», dice el profesor agregado de la Société Française de Morphopsychologie y autor del libro El Rostro y la Personalidad. Gabarre lleva años examinando rostros para cubrir vacantes (ha colocado a más de 4.000 personas y a entre 250 y 300 miembros de las cúpulas directivas de empresas españolas) y ahora, gracias al éxito en Bigmat Ochoa, se dispone a popularizar la selección vía internet.

Como prueba de la validez de su método, aparte de la complacencia de los de Bigmat, exhibe un certificado con sello de la Jefatura Provincial de la Policía científica de Barcelona. Los agentes, refrenda el documento, mostraron a Gabarre las fotografías de 10 delincuentes y él determinó el motivo de la detención sin fallo alguno: «Dos por estafa, cuatro por robos con fuerza, dos por robo con violencia y dos por lesiones».

El morfopsicólogo llegó a entrevistarse, el año pasado, en Madrid, con la cúpula de la Policía Científica. ¿Podríamos aplicar la técnica para distinguir a un culpable de un inocente?, se preguntaban los agentes. El FBI utiliza desde hace tiempo un sistema similar.
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 JEFE BUENO. Marco ancho y tónico: notable energía. Frente pequeña, pero ancha: inteligencia pragmática y concreta. Sabe gestionar la creatividad del equipo con autoridad.
JEFE MALO. Perfil inclinado «en piñón» con insuficiencia de mentón, lo que implica que es una persona de decisiones poco reflexionadas, con poca seguridad en sí mismo y muy indeciso.

EMPLEADO EFICAZ. Rostro ancho, tónico, frente diferenciada, sentidos pequeños y controlados: energía, método, capacidad de concentración, orden, control del gasto y poco hablador.

EMPLEADO CONFLICTIVO. Perfil inclinado, muy tónico y abollado con los sentidos muy protegidos: Comportamiento oscilatorio, suave unas veces y agresivo y explosivo otras.

EMPLEADO INDOLENTE. Rostro largo, estrecho y desplomado, junto a ojos y boca caídos. Se trata de una persona con poca energía. Además la escasa de la que dispone no está activada. Abúlico.

4 comentarios

Marta -

al final no es lo de siempre un poco maquillado? en muchos casos se contrata a personas además de por sus curriculums en función de si su cara es más o menos armoniosa, o sin eufemismos: si es fea o no

no se que cara tendrá este tal Gabarre pero según sus teorias su perfil se corresponde con el de un listo, un tanto aprobechado

Luis -

Se trata de recuperar la fisionomía de Caspar Lavater, un engendro que ya era considerado ridículo en su época (hacia 1780). ¿Es legal discriminar para el empleo por rasgos físicos que no guardan relación con el puesto? Porque estoy seguro de que nadie ha demostrado una relación entre mentón y personalidad o criminalidad, como quiere este estafador.

Empollón Integrista -

¿Usar un método descartado por inútil en el siglo XIX forma parte de la modernización de las empresas? Ya puestos, podían usar el Tarot directamente.

Francesc -

Encuentro este estudio una soberana gilipollez.

Cierto es que la fisonomía de la cara va en relación al caracter e incluso que el caracter determina la fisonomía de la cara pero un ser humano es cambiante y dinámico. No podemos encajar a una persona por la predisposición genética con la que viene predeterminada.

Es lógico que este señor estudioso de en el clavo porque estoy de acuerdo en que hay una relación de verdad en esto. La Fisonomía de la cara demuestra la predisposición a ciertas aptitudes innatas, por lo tanto, si se buscan los rasgos adecuados se aumenta el porcentaje de éxito. No obsante, como ya he dicho, somos personas cambiantes y encuentro inmoral descartar a alguien porque muestra esa disposición en su cara aunque no sea su verdad o sea una verdad pasada.

Por dios... que gilipollez.

Saludos,