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Cómo seducir al empleado para que se enamore de la empresa: el directivo tiene que "compartir un proyecto ilusionante" con el profesional.

Fuente Juanma Roca
“¡Amo esta compañía!”, exclamó el consejero delegado de Microsoft, Steve Ballmer, al comienzo de una convención con empleados de la corporación. Pero pocos trabajadores, a diferencia del primer ejecutivo, suelen llegar a amar una compañía. Es más, mientras la empresa busca el matrimonio con los mejores profesionales, éstos se deciden por la infidelidad y el divorcio contractual a las primeras de cambio. Por este motivo, los consultores aconsejan a los líderes una “seducción constante” y no “un pura atracción momentánea” para enamorar, como Cupido, a los profesionales.

Javier Fernández Aguado (MindValue): “En una época en la que el talento es escaso, hay que seducir a los empleados, porque ahora hay dos modos de irse: el body scape (se van físicamente) y el brain scape (se quedan físicamente pero se van mentalmente). Y para enamorar, el directivo debe captar el corazón de la gente. Para que pase eso, la organización debe tener alma; es decir, espíritu, proyectos e ilusión compartida. Si no, sólo tendrá conjuntos de personas, no equipos. Hay que imbuir en la empresa esa energía unificadora de la persona y del espíritu. Por ejemplo, en La Caixa, incluso en su publicidad, se habla siempre del alma de La Caixa. Cuando el alma de la empresa se pierde, se queda sólo con un cadáver”.

Juan Carlos Cubeiro (Eurotalent): “Hay diferentes tipos de amor: el amor erótico, filial, el amor como ágape o compañerismo y el amor como manía y obsesión. Y en la empresa deben convivir el amor como ágape y el amor filial. El compromiso es amar lo que haces y el lugar en que estás. Talento es, de hecho, capacidad para el compromiso. Por ello, la ventaja competitiva basada en el amor consiste en el servicio tanto al cliente interno como al externo. Hoy por hoy, el amor es el protagonista en un mundo más tecnológico que nunca.  Y los empleados que se van no es que sean infieles; es que la relación contractual ha cambiado. La obediencia sirve para muy poco. Al final, la fidelidad tiene que ver con el jefe”.

Jeffrey Pfeffer (Stanford): “Creo que la idea o el concepto de que el negocio debe estar libre de emociones y que el líder debe ser reservado y comedido ya no es cierta. ¡No tengas miedo a mostrar tus emociones, a mostrarte vulnerable, a admitir tus errores y a reconocer que no sabes todo! El líder debe ser auténtico y genuino. La clave está en una comprensión empática, de modo que uno se puede poner en su lugar y ver el mundo a través de sus ojos, y ser capaz de tener en cuenta todos sus sentimientos e intereses”.

José Aguilar (MindValue): “Cuando el directivo busca a alguien para una posición clave, siempre se busca ese flechazo, pero, tradicionalmente, con el paso del tiempo siempre se pasan los efectos de ese flechazo y, si se descuida la relación, ya no se mantiene esa tensión atractiva. Hoy ya no basta con ser simpático con ese empleado y regalarle flores en el noviazgo. Hay que seguir regalándole flores en el tiempo, porque hoy la ruptura profesional es más brutal y sencilla. Y éste es un paso que aún no han dado muchos directivos”.

Pilar Jericó: “El compromiso con la empresa es igual que el compromiso con una pareja, y se pasa siempre por tres fases: crecimiento, separación e infidelidad. Por ello, la clave es crecer juntos empleados y empresas. Se trata de un crecimiento compartido entre ambos. Y eso exige, primero, coherencia entre lo que dice y hace el directivo, porque ese compromiso se construye con hechos, no con palabras. Y segundo, que coincida lo que uno pide y lo que el otro le da. En el fondo, el compromiso es un baile en pareja entre empleado y empresa”.

Paul Evans (Insead): "El directivo debe hacer que ese empleado se sienta protagonista en todo momento de la empresa, que sienta que si la empresa triunfa es gracias a él. Y para ello, lo primero que debe darle es autonomía y responsabilidad. Si se siente protagonista, amará lo que hace, porque se siente dueño de lo que hace".

Juan Rivera (Instituto de Liderazgo): “La clave para enamorar al empleado es construir futuros deseados compartidos. Lo que tenemos que hacer es construir conjuntamente nuestra empresa, nuestra futuro, nuestro proyecto común... Y hacerlo no por ser buenos, no sólo por atraer y mantener talento, sino como pieza clave de estrategia y competitividad. De eso va el liderazgo. Como siempre dice Steve Ballmer al hablar de Microsoft, se trata de crear proyectos que les apasionen, que les haga quedarse, que les piquen, y al hacerlo son más competitivos”.

Carlos Monserrate (Ray & Berndston): “En un primer momento se da el enamoramiento, porque hay algo de esa empresa que excita, que atrae, que me pone. Pero eso no es sostenible en el tiempo; no hay biología que lo aguante e incluso puede llevar a la crisis, a la infidelidad. Por eso, hay que construir relaciones a largo plazo y desarrollar proyectos comunes: entender las expectativas de las personas”.

José Ramón Pin (IESE): “Hoy en día nadie se enamora de la empresa sino del proyecto de la empresa. Por eso, hay que meter al empleado en proyectos que lo ilusionen y que le sirvan para aumentar su valor. Y segundo, establecer sistemas de recompensa y reconocimiento aceptables. Y todo parte del jefe, que debe hacer sentir valioso al empleado”.

José Manuel Casado (Accenture): "Hay cierta necesidad de reinventar la forma de enamorar a la gente en la empresa. Primero, hay que considerarla como capital, no recurso. Hay que conseguir el compromiso afectivo de ellos, que trabajen aquí porque quieren trabajar aquí. Para ello, el directivo debe saber generar confianza. Y hay que invertir la pirámide de Maslow, para que lo primero sea la autorrealización del empleado".

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