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En los desplazamientos al trabajo consumimos casi un mes al año.

Fuente Soledad Valle
Hay quienes recomiendan convertir en tiempo útil estas horas en movimiento y hay quienes lo consiguen, por ejemplo, estudiando idiomas en el coche o leyendo en el metro.
"Somos el tiempo que nos queda", dice el poeta Caballero Bonald. Todo el tiempo, incluido el que pasamos conduciendo en interminables caravanas camino del trabajo, el consumido en largas esperas en aeropuertos, estaciones de tren o autobús; en los andenes del Metro o bajo las marquesinas de las paradas de autobuses, en días de lluvia.

Hace tres años que el Instituto Nacional de Estadística publicó la última encuesta sobre empleo del tiempo. El español invierte de lunes a domingo, como media, una hora y diez minutos al día en sus desplazamientos. Las personas entre 25 y 44 años son las que más minutos emplean en sus movimientos diarios, con una hora y veintitrés minutos; y los asalariados un cuarto de hora más que los empresarios. Los trayectos de ida y vuelta al trabajo tienen una duración de una hora y cinco minutos, en el caso de los hombres y una hora y tres minutos, en el de las mujeres como media diaria.

Así que casi un mes al año lo pasamos en el camino, a la espera de llegar a algún sitio, que casi siempre es a trabajar. Hay quienes recomiendan convertir en tiempo útil estas horas en movimiento y hay quienes, incluso, lo consiguen. Gustavo Piera, presidente del Grupo CMR, consultora de coach, señala el reto: "Uno debe plantearse cuánto tiempo está dispuesto a perder y después rentabilizar cada espacio libre que tengamos. El cerebro es un músculo y cuanto más lo trabajemos, más conseguiremos la tableta de chocolate en la cabeza".

¿Estudias o trabajas?, la clásica cuestión para ligar, es también la disyuntiva que se ofrece hoy para ocupar estos tiempo de viaje: estudiar o trabajar. Los avances tecnológicos relacionados con la posibilidad de conectarse a Internet casi en cualquier lugar y desde cualquier terminal: portátil, teléfono móvil o PDA, son los responsables de que no haga falta llegar a la oficina para empezar a trabajar, ni estar físicamente en un aula para asistir a una clase e, incluso, intervenir.

Las empresas han descubierto este filón y hay empleados que lo asumen de una manera tan natural que su jornada laboral comienza en bata y zapatillas, con la taza del desayuno en la mano y la sonrisa en la cara. Este es el caso de Carlos Hidalgo, al que sus compañeros consideran un friki de las nuevas tecnologías. Trabaja como gestor comercial en Satec, una compañía de servicios tecnológicos donde se encuentra como pez en el agua. ERP (Enterprise Resources Planning) y CRM (Costumer Relationship Management) son las herramientas que Hidalgo utiliza en el desempeño de su trabajo, dos bases de datos que hacen posible que este activo comercial no tenga que pisar la oficina para nada. "Trabajo con mi teléfono de última generación y mi PC, que me permiten ver mi agenda corporativa, mis correos, y acceder a las herramientas que necesito para consultar datos de productos y de clientes". No tiene tiempos muertos, se mantiene conectado en todo momento.

Acciona optimiza los tiempos
En Acciona también saben del valor de los tiempos de desplazamiento, especialmente en las agendas de la alta dirección. Para exprimirlo han desarrollado un programa de formación en idiomas, individualizado, que incluye el aprovechamiento de estos minutos, que en algunos casos son horas. Juan Antonio Fernández, director de la universidad corporativa Acciona, detalla uno de los casos: "Mediante un análisis exhaustivo de la rutina del directivo identificamos cuándo puede realizar la formación. Uno de nuestros ejecutivos tarda dos horas y media al día en ir y regresar del trabajo y realiza el 10% del curso de idiomas, que son en total 1.300 horas, durante estos desplazamientos. Le proporcionamos varios CDs con las lecciones para que él las escuche en el coche. Después, realizamos un seguimiento para comprobar en qué medida va cumpliendo los objetivos".

Aunque es probable que los que más inglés practiquen hoy en día no sean los que viajan en coche, sino los que lo hacen en el Metro de Madrid. Las 40 estaciones del suburbano madrileño que disponen de pantalla de televisión emiten píldoras de inglés de 40 segundos de duración, que se repiten en intervalos de 10 minutos. Esto es posible gracias al acuerdo que Canal Metro Madrid ha llegado con la empresa de enseñanza de inglés Vaughan Systems. En total son 2.000 clases de inglés, con 50 lecciones diferentes, que los usuarios del Metro reciben mientras esperan en el andén la llegada de su tren. "Pretendemos que, de una manera pasiva, el viajero se informe, entretenga y, si además aprende, mejor. Estas pequeñas lecciones de inglés están siendo muy bien acogidas", señala José Antonio López, director comercial de TVTrans, compañía que produce y difunde contenidos de televisión para medios de transporte y tiene la concesión de Canal Metro Madrid.

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