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Los directivos españoles se resisten a cambiar de empresa

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El mercado laboral español presenta uno de los índices de temporalidad más alto de la Unión Europea y sin embargo los directivos de sus empresas cambian de trabajo con menos asiduidad que sus homólogos comunitarios. Y es que el ‘miedo’ al cambio domina al dirigente nacional, que tampoco ve con buenos ojos el traslado de su residencia para adaptarse a las necesidades de la compañía y asumir nuevos retos.

La temporalidad laboral es la principal característica del mercado laboral español. Tanto es así que su tasa circula muy por encima de los niveles del resto de la Unión Europea (UE) hasta el punto de duplicarla. Concretamente el índice nacional se encuentra en torno al 35% frente al 15% de media que presentan los 25 países comunitarios. Pero esta situación no afecta por igual a todos los trabajadores. De hecho, apenas tiene nada que ver con lo que ocurre en el mundo de la alta dirección, donde la tendencia es más bien la contraria. Según recientes estudios los ejecutivos españoles figuran a la cola del Viejo Continente en lo que a rotación profesional se refiere. Es decir, se resisten a cambiar de trabajo, sienten demasiado apego por sus cargos y esto se traslada incluso a la negativa de cambiar de residencia para afrontar nuevos restos.

Según un informe de la consultora Jakobsland Partners, el promedio de rotación de los directivos españoles apenas alcanza el 7%, una cifra que contrasta con la media europea, que oscila entre el 10% y el 17% dependiendo del país. La propia estructura del mercado laboral español, cuestiones familiares y el apego a unos privilegios que sólo se consiguen con la permanencia en la empresa figuran entre los motivos que los ejecutivos esgrimen para justificar su ‘miedo’ al cambio.

Pero no sólo se trata de mantener el puesto de trabajo, sino también el lugar de residencia. En un mundo marcado por la globalización y dominado por la creciente internacionalización de las empresas, los mandatarios españoles navegan contracorriente y sólo un 13% estaría dispuesto a dejar ‘su tierra’ por motivos laborales. Mientras, en Europa son un 27% los mandatarios con espíritu aventurero.

La encuesta de movilidad laboral 2006 elaborada por PricewaterhouseCoopers para la Comisión Europea (CE) confirma el apego de los dirigentes españoles a su lugar de residencia y a su puesto de trabajo. Sólo el 15% de los altos cargos ha experimentado algún programa de movilidad. Evidentemente, la negativa al cambio juega en contra de los profesionales españoles, que ven reducidas sus posibilidades de saltar a un determinado tipo de empresa y de puesto de trabajo.

Los expertos de Jakobsland Partners señalan a la familia como el principal obstáculo para la movilidad, e incluso para el cambio de trabajo. No siempre es fácil movilizar a toda una familia, especialmente cuando se trata de destinos internacionales donde el idioma puede ser un problema. A esto hay que añadir el arraigo a la propiedad que existe en España, donde cerca del 81% de los ocupantes de una vivienda son además sus propietarios, lo que dificulta más, si cabe, abandonar el hogar o asumir el riesgo de emprender una nueva aventura en una empresa diferente. Es por eso que la mayor parte de los casos de movilidad geográfica y de empresa se den entre personas entre 30 y 40 años (especialmente en la primera mitad de esta franja), con menos compromisos y obligaciones.

Además, los trabajadores más jóvenes no disfrutan de tantos beneficios laborales como quienes llevan más tiempo en una misma. Como parte de los planes del Gobierno para reducir la tasa de temporalidad, se han llevado a cabo reformas encaminadas por una parte a fomentar la estabilidad del empleo, es decir, a la contratación de personal indefinido frente al temporal, al tiempo que se ha tratado de flexibilizar el despido. Pese a todo, la legislación española sigue premiando la fidelidad a la empresa y la antigüedad es un factor clave a la hora de establecer indemnizaciones y privilegios dentro de la compañía. Cuanto más tiempo pasa un directivo en la compañía mayores serán las compensaciones que reciba y por lo tanto menor su deseo de abandonar su ‘sillón’.

Desde Leadmans han constatado el excesivo apego de los directivos españoles a sus beneficios sociales y las ventajas que les aporta su antigüedad en su empresa actual. Roberto High, consultor especializado en la gestión del liderazgo, explica que “en los procesos de selección hoy todavía es muy frecuente que el candidato exija que la compañía contratante respete sus años de antigüedad en su empresa actual y los beneficios que ello conllevaría en caso de despido”. Esta tendencia se repite en otros países limítrofes como Francia y en general el Sur de Europa, donde hay un mayor apego por la patria y las cuestiones relacionadas con el bienestar social, mientras que en los estados anglosajones hay una mayor tradición de cambio.

En cualquier caso, la actitud de los dirigentes españoles no hace sino mermar su competitividad frente a otros mandatarios extranjeros que sí están dispuestos a cambiar de residencia y trabajo, aunque ello suponga el inconveniente de movilizar a su familia o de renunciar a ciertos beneficios sociales. 

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