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Más de un 30% de los inmigrantes trabaja en la economía sumergida, según el CES

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Más de un 30% de los inmigrantes trabaja en la economía sumergida, según se desprende de un informe del Consejo Económico y Social (CES). Conocer con exactitud la mano de obra que se mueve fuera del sistema de la Seguridad Social es muy difícil por su propia naturaleza. Sin embargo, al comparar los datos del padrón de población del 1 de enero de 2007 con las autorizaciones de residencia en vigor a 31 de diciembre de 2006 se aprecia un porcentaje de irregularidad del 34,3% entre las mujeres inmigrantes y del 31,11% entre los hombres.

Por su parte, el Ministerio de Trabajo reconoce desde hace meses el aumento de la economía sumergida. El secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado, mantiene que el servicio doméstico es una puerta de entrada para la inmigración sin papeles. Precisamente, sobre este sector planea una profunda reforma laboral. El Gobierno pretende que parte de los cambios empiecen a funcionar el 1 de enero de 2008.

El estudio del CES figura en “Cauces”, revista trimestral que recoge trabajos elaborados por personal de la propia institución. Los informes aparecen como aportaciones para el diálogo y el debate y, uno de ellos, titulado “Las mujeres inmigrantes en España”, ofrece una radiografía de la situación profesional de las extranjeras, tras dejar claro que el fenómeno de la inmigración se caracteriza por tener un perfil fundamentalmente laboral y un elevado grado de feminización.

Rumania, a la cabeza

El CES lanza una llamada de atención para paliar el deterioro de las condiciones en las que las trabajadoras llegadas de fuera, sobre todo las no comunitarias, desarrollan su actividad laboral. Recuerda que, ya de por sí, los empleos regulares que ocupan son de baja cualificación (47,4% cubre puestos poco valorados). En definitiva, el colectivo tiende a concentrarse en trabajos de escaso prestigio social como es el servicio doméstico, donde presumiblemente es frecuente el recurso a la economía sumergida.

Desde 2001, el porcentaje de trabajadoras comunitarias ha subido del 40,2 al 42,7%, en gran medida por la incorporación de Rumania y Bulgaria. De hecho, las rumanas representan el grupo más numeroso de extranjeras, con el 11,8% del total, frente al 1,9% que suponían en 2001. Aumenta también el peso de las latinoamericanas, desde el 36,2% en 2001 al 39,7% en 2007, principalmente por las llegadas de Ecuador, Colombia y Bolivia. Mientras tanto, la presencia de africanas se reduce del 16,2% al 12,6%. La participación de las marroquíes disminuye en más de dos puntos porcentuales.

Contraste

En relación con la Seguridad Social, el 86,7% de las afiliadas extranjeras pertenece al sector servicios; el 6,2%, al agrario; el 4,9%, al industrial; y el 2,2%, a la construcción. Por ramas de actividad, dentro del sector servicios cobran protagonismo las tareas domésticas, la hostelería, y el comercio al por menor. Ahora bien, el número de mujeres asociadas al régimen de empleados de hogar se reduce paulatinamente, tras incrementarse en 2005 un 219% y situarse en 224.142. A junio de 2007, las inscripciones femeninas eran sólo 145.574, hecho que contrasta con los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) que muestran un crecimiento de las colocaciones domésticas del 11,4% entre 2005 y 2006.

El CES se muestra consciente de que la necesidad de mano de obra para el servicio doméstico ha estado propulsada por la evolución de la sociedad española, con la incorporación de la mujer al mercado laboral y un progresivo envejecimiento de la población. Así, en las actividades domésticas y en cuidado de ancianos, se ha abierto un importante nicho laboral para las inmigrantes.

El último proceso de normalización de trabajadores extranjeros, realizado en 2005, reflejó que algo más de un tercio de las regularizaciones se concentraba en el régimen de empleados de hogar, lo que permitió la afloración de un volumen importante de actividades sumergidas. A pesar de ello, las características del sector provocan que la irregularidad laboral continúe.

Elisa García

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