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Las personas productivas y las que tienen salarios más altos son las que tienen mayor Inteligencia Emocional.

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El éxito no está determinado sólo por el conocimiento de habilidades verbales o numéricas sino también por el manejo de las emociones. Un estudio realizado en una empresa de ingeniería de Málaga así lo concluye. El término Inteligencia Emocional, acuñado en 1997 por los profesores Mayer y Salovey, dio la vuelta al mundo gracias a la popularidad del libro de Daniel Goleman "Inteligencia Emocional".
Tener un conocimiento grande de sí mismo y la capacidad de entender a los demás se traduce en ser más efectivo, en gestionar y manejar relaciones de trabajo, familiares y educativas. Esta es la base de la Inteligencia Emocional, una herramienta en alza en el mundo de le empresa.
El estudio realizado en AERTEC Ingeniería y Desarrollo S.L. en colaboración con la Universidad de Málaga pretende establecer la relación entre la Inteligencia Emocional y el resto de las variables que predicen el éxito profesional en las empresas actuales. Gloria del Campo, directora de Recursos Humanos de esta compañía de 160 trabajadores, el 80 por ciento de los cuales son titulados universitarios de carácter técnico, explica a EFE que las puntuaciones más elevadas en Inteligencia Emocional las obtuvieron las personas con mayor productividad.
Del mismo modo -añade- las personas con salarios más altos son personas emocionalmente más inteligentes, y las que ostentan puestos de mayor responsabilidad son más productivas, se consideran más felices y tienen más habilidades emocionales. Estas conclusiones -dice el estudio- se apartan de que la gestión y la toma de decisiones se hacen bajo unos criterios meramente lógicos y que responden a la razón convencional, sino que las decisiones relevantes están en manos de personas flexibles y con habilidades emocionales más desarrolladas que el resto de las personas.
Del Campo cree que en las organizaciones de hoy "el único aspecto constante es el cambio continuo, lo que exige grandes dosis de flexibilidad, y es ahí donde la Inteligencia Emocional tiene una función importante". Todo ello apunta a la necesidad de un entrenamiento especializado en las empresas, lo que justifica las inversiones en programas de formación y desarrollo de las empresas, añade del Campo.
Inteligencia social
Participar en un curso de Inteligencia Emocional "es el inicio de un proceso que garantiza cambios, que no se producen de un día para otro", explica a EFE Guadalupe Fernández, socia directora de Hay Group. Esta consultoría creadora de herramientas para medir la Inteligencia Emocional ha realizado 25.000 diagnósticos en el mundo y organiza cursos para empresas.
"Podemos iniciar un proceso que al final tenga mejoras sostenidas y evidenciables y esos procesos los hemos demostrado siempre que nos han dejado medir, porque hay que medir antes y después y con la misma vara", explica.
Pero ¿qué es lo que se mide y cómo se hace? Guadalupe Fernández señala que en Hay Group acaban de sacar una herramienta de medida: "el inventario de competencias emocionales y sociales" que amplía el término emocional porque "se queda corto".
No es un test psicotécnico que tu respondes y te dan una foto, sino un cuestionario al que contestan personas que te conocen bien: jefes, compañeros, colaboradores, clientes internos y externos, socios... "Se trata de recoger percepciones de aquellas personas que interactúan contigo, porque al final tu efectividad como profesional depende de cuán efectivas son tus relaciones en un montón de ámbitos", agrega.
Los datos se comparan con "el patrón de las personas efectivas", de las que hemos tenido evidencia que son excelentes. Esa comparación es el referente de cada uno, y a partir de ahí hay que analizar qué cosas hay que cambiar y mejorar para ser más efectivo en el trabajo. Defines unas acciones y necesitas un tiempo para incorporar nuevos comportamientos a tu repertorio y ese tiempo en ningún caso es menor de varios meses.
Equilibrio y madurez
Maryan Varela, doctora en Inteligencia Emocional, tiene su propia definición: "equilibrio y madurez, integrar bien los dos hemisferios del cerebro y reconocer tanto toda la parte del sentir como la parte del pensar para poder actuar". Varela piensa que en el mundo de la empresa la mayoría de las personas tienen su propia perspectiva y creen que todos los demás son como ellos y entonces "se equivocan a la hora de motivar, a la hora de promocionar, a la hora de comunicar. Hieren sensibilidades muy fácilmente." No se trata de cambiar emociones sino de que "la gente conozca sus emociones bien, porque las confunde. Cree que están tristes cuando están enfadados o que tienen miedo cuando tienen un miedo terrible".
"Intentamos abrir a los empleados al mundo de las emociones porque el mundo de la empresa es muy racional, muy del pensar, que no conoce el submundo de las emociones y esa es la parte que muchas veces les está bloqueando y se les están reforzando unos egos que hace que la gente discuta, que la gente se enfade y que haya mucha agresividad en el mundo de la empresa".
Y las empresas ¿qué buscan en los cursos de Inteligencia Emocional? Maryan Varela cree que la empresa se da cuenta de que necesita gente que rinda un 120 por ciento, que esté disponible 24 horas al día. El objetivo que persiguen las organizaciones es que los empleados aprendan a manejar incertidumbres, que es una emoción, ante el cambio, ante los horarios, ante el cambio de ciudad o de país.
¿Moda?
Guadalupe González huye de la palabra moda para explicar el fenómeno de la Inteligencia Emocional. "La modas son muy peligrosas, son un suflé, suben y bajan. No tenemos el efecto meteórico pero sabemos que se ha consolidado y que un porcentaje de empresas yo creo que bastante elitistas lo utilizan, pero no es masivo, y no está creciendo exponencialmente".
Sin embargo, Maryan Varela, cree que "la palabra hoy está de moda", muchas empresas te están contratando y ni siquiera saben qué contratan. Creen que tienes una varita mágica para hacer que una persona que no va bien se convierta en madura y equilibrada".
Y no sólo en las empresas. La universidad y el mundo de la educación se han apuntado con más fuerza aún a bucear el mundo de las emociones, y así lo demuestra el Primer Congreso Internacional sobre Inteligencia Emocional que se va a desarrollar en Málaga el próximo mes de septiembre. 

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