Blogia
Blogempleo, el blog de noticias de empleo

Una investigación de la UGR señala a las relaciones personales y al autoempleo como primeras fuentes de empleo universitario

Fuente


El conocimiento sistemático de las relaciones entre la educación universitaria y el mercado laboral sigue siendo aún muy deficiente en nuestro país. El libro Educación superior y mercado de trabajo, del profesor Manuel Salas Velasco (Grupo Editorial Universitario, 2003), contribuye de alguna manera a cubrir este vacío. La obra del Prof. Salas Velasco (Universidad de Granada) ofrece los resultados de una investigación sobre la situación de los universitarios en el mundo del empleo, tras recabar información ad hoc por medio de una encuesta postal dirigida a titulados en Colegios Profesionales de Granada.

El primer capítulo analiza la demanda privada de educación a nivel universitario. En este estudio, el principal motivo que dan los encuestados para ir a la universidad son las mayores oportunidades de empleo que esperan tener como titulados. Precisamente, debido a las altas tasas de paro juvenil, el coste de oportunidad de estudiar en la universidad es hoy día, o lo ha sido en los últimos años, menor. Incluso muchos estudiantes pueden percibir que la estancia en la universidad reporta un “beneficio de oportunidad” si la consecución de un título amortigua las malas expectativas de empleo. Este factor, unido a que el coste directo de adquirir educación universitaria en España sea relativamente bajo, han hecho que la demanda de estudios universitarios haya crecido de forma espectacular en el último decenio del siglo XX. Además de las condiciones del mercado de trabajo, los resultados de los modelos microeconométricos estimados por el autor muestran que el nivel educativo de los padres, la renta familiar y el coste de la educación universitaria son variables que influyen, significativamente, en la cantidad (y tipo) de capital humano formal que deciden acumular los jóvenes una vez finalizada su Educación Secundaria.

El segundo capítulo estudia la actividad de búsqueda de empleo. Se evidencia que la obtención del primer empleo depende no sólo de características individuales como la habilidad escolar (expediente académico), que permite una inserción rápida en la ocupación, sino que también uno de los factores principales del éxito de los estudiantes en su incorporación al empleo es la carrera que han estudiado. Los graduados en titulaciones en las que el elemento consumo de la educación es elevado, caso de carreras de Letras, pueden encontrarse con que sus conocimientos son difíciles de “vender” en el mercado laboral. Por tanto, ciertas cualificaciones universitarias tienen una ventaja relativa en el mercado de trabajo. Todo ello invita a pensar que la educación diferencia y segmenta a los jóvenes ejerciendo la función de “filtro” acorde a los intereses de los empleadores. En el análisis de la entrada en la ocupación se observa, asimismo, que el primer empleo se logra gracias a las relaciones personales y al autoempleo. Las relaciones personales (métodos informales) son siempre más eficaces para localizar una vacante que los métodos formales, pues abaratan los costes de búsqueda de empleo y suministran una información más completa sobre las características de los puestos. En cambio, la utilización de métodos formales, como la búsqueda directa (anuncios en prensa, envío de curriculum, etc.), es siempre más costosa (en tiempo y en dinero) y menos eficaz (menor probabilidad de ser llamado para cubrir el puesto). Sin embargo, dependiendo de la carrera estudiada y/o del tipo de empleo perseguido, los graduados potencian unos canales de búsqueda u otros.

En los tres últimos capítulos el autor aborda las relaciones educación universitaria-empleo, estudiando, entre otros aspectos: en qué condiciones se encuentran los titulados desde el punto de vista educativo a la hora de incorporarse al mundo laboral, cuál es el grado de satisfacción en relación con el salario percibido, seguridad en el empleo y perspectivas de avanzar en la empresa (posibilidades de promoción), qué cantidad de formación reciben en el trabajo o cuáles son los niveles salariales. Aquí, el autor observa cómo los graduados reciben los frutos de la inversión en educación que realizaron en su juventud, pudiendo constatar que existe una correlación positiva entre los niveles educativos alcanzados y los niveles salariales obtenidos.

0 comentarios