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El 94% de los contratos realizados a menores de 25 años en la Comunidad de Madrid, son temporales

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"Así no hay quien viva" La campaña Así no hay quien viva, por la emancipación y contra la precariedad tiene como objetivo fundamental movilizar a la población joven en torno a este problema, generando un clima de participación ciudadana, de propuesta y acción.

La emancipación cada vez más tardía de la gente joven es un fenómeno que conlleva, sin duda, consecuencias sociales y económicas. De la suma de la precariedad laboral y de la inaccesibilidad a la vivienda resulta que en la Comunidad de Madrid la emancipación se produce, de media, a los 34 años. El porcentaje de jóvenes de entre 30 y 34 años que aún viven con sus padres supera el 25%. Esta tendencia se reproduce, aunque con pequeñas variaciones, en el conjunto del Estado español, según datos del Observatorio Joven de Vivienda en España (OBJOVI), dependiente del Consejo de la Juventud de España y referentes a 2006.

Al margen de cualquier especulación sobre las causas sociológicas de la tardía emancipación, a la vista está que las condiciones materiales son totalmente adversas para la gente joven: por un lado la precariedad laboral extendida a todos los sectores en forma de temporalidad, bajos salarios, siniestralidad, condiciones abusivas y, por otro, los precios prohibitivos de la vivienda, tanto en propiedad como en alquiler.

El Sindicato Joven de Comisiones Obreras de Madrid (1) reivindica: “El derecho a la vivienda y a una vida independiente, en condiciones justas y dignas, y con igualdad de oportunidades para todas y todos”. Y uno de los elementos fundamentales para la emancipación es la estabilidad en el empleo, por lo que exige al Gobierno regional que intervenga por el empleo de calidad, estable y con derechos, y combata el fraude en la contratación y la discriminación salarial de los jóvenes.

El empleo de los jóvenes

Uno de los aspectos más significativos de la juventud madrileña, según se desprende del Informe sobre la realidad sociolaboral de los jóvenes en la Comunidad de Madrid, realizado por la Fundación Sindical de Estudios, es su dificultad para incorporarse al mercado laboral. Se percibe una ralentización en la edad de inicio de la actividad económica que podría ser consecuencia de una merma de las expectativas, de una generalización de la economía informal o de relaciones laborales encubiertas. Más de la mitad del total de parados en la Comunidad son jóvenes.

Por otra parte, la estructura sectorial de la ocupación de la población juvenil tiene incidencia, como no podía ser de otra manera, en los salarios, y consecuentemente, en su capacidad adquisitiva. La construcción tiene mayor peso en la contratación de los menores de 25 años que en el total de la población, llegando al 26% en el caso de los hombres y es, en la media, el sector que menor coste salarial presenta, llegando a diferencias de 500 euros al mes con respecto al sector de la industria, que presenta el coste más elevado.

En el caso de las mujeres, el principal sector de destino es el de los servicios, que presenta un coste salarial muy similar al de la construcción. Asimismo, se desprende del informe antes citado la pervivencia de los estereotipos sexistas en la población joven con respecto a la “titularidad” de las tareas domésticas. Por tanto, la mayor parte de las mujeres han de compatibilizar las largas jornadas que suelen caracterizar al sector servicios con las tareas domésticas.

Los datos provisionales de la Encuesta Anual de Estructura Salarial del 2004 ponen de manifiesto grandes diferencias en las remuneraciones en función de la edad y del sexo. Así, mientras el salario medio en la Comunidad de Madrid en 2004 fue de 22.161,84 euros, en el caso de la gente joven (entre 20 y 29 años) apenas supera los 15.000 euros (un 32% menos). Las chicas en esta franja de edad se ven afectadas por una doble discriminación y la diferencia es del 40% con respecto a la media general.

La juventud madrileña ha visto decrecer su participación en la contratación indefinida. En 2001 la contratación indefinida entre los menores de 30 años representaba el 52,72% del total de esta modalidad y en 2005 ya había disminuido hasta el 44,13%. Las perspectivas no son muy halagüeñas si tenemos en cuenta que el 94% de los contratos realizados a menores de 25 años son temporales.

Es llamativo que la conversión de contratos en prácticas en indefinidos haya pasado de representar el 10% a apenas el 0,3%, siendo desplazados por los eventuales por circunstancias de la producción y por los contratos por obra y servicio. Esta situación pone de relieve la falta de causalidad tanto de los contratos temporales como de los formativos. Los contratos en prácticas se sustituyen por otro tipo de figuras, algunas ni siquiera reguladas, o por contratos temporales más baratos (contratándose a los jóvenes supuestamente para puestos no cualificados pero realizando funciones que exigen preparación previa y responsabilidad). También la edad condiciona la conversión de los contratos temporales en indefinidos, ya que la incidencia de las realizadas a menores de 30 años sobre el total de conversiones no es proporcional a su participación en la contratación temporal.
El acceso a la vivienda

De más está decir que contratación temporal y emancipación son incompatibles, por lo menos para los bancos, que exigen como requisito, para avalar un alquiler o conceder un préstamo, antigüedad y contrato indefinido. Y no sólo basta con una contratación fija, también hay que contar con ingresos suficientes para hacer frente a los desproporcionados precios de la vivienda que suponen para la gente joven, en media, un 82% de sus ingresos, y un 110,9% si tienen entre 18 y 24 años, según los datos del OBJOVI para el tercer trimestre de 2006. Del mismo se desprende un precio medio de la vivienda libre de 291.580 euros.

El mercado de viviendas libres no mira las condiciones del demandante al fijar los precios y, por tanto, la gente joven se encuentran en inferioridad de condiciones y fuera del mercado.

En la Comunidad de Madrid el gasto en vivienda pública representa el 0,21% del PIB, frente al 1,1%, en media, de España, y al 2% de la Unión Europea. En nuestra Comunidad la iniciativa y promoción privada de la vivienda es casi absoluta y esto, sumado a la liberalización del suelo, la especulación y la mercantilización han hecho de un bien de primera necesidad y derecho constitucional un bien de lujo. Unos pocos han multiplicado sus fortunas a costas de la necesidad de muchos. Viviendas existen y ya están construidas. En la Comunidad hay casi 300.000 viviendas vacías, por lo que debería fomentarse el alquiler y la rehabilitación de las mismas. Esto deja en evidencia el real objetivo de los planes de vivienda impulsados por el Gobierno regional, que responde a las demandas de las promotoras y no a las de la ciudadanía.

Por el derecho a una vivienda digna

En el contexto de la campaña se han llevado a cabo varias actividades, entre ellas, la V Escuela de Jóvenes Sindicalistas de Comisiones Obreras de Madrid, que tuvo lugar en enero, donde un centenar de jóvenes se dieron cita para debatir sobre el problema del acceso a la vivienda desde distintas perspectivas: sindical, política, social y local. Asimismo se han organizado una decena de actividades reivindicativas impulsadas desde la Mesa de Iniciativas por el Derecho a Techo (2) que han puesto en evidencia la necesidad de cambios. Mientras se siga premiando al especulador con grandes plusvalías y no se apueste por un modelo social más justo, las diferencias se irán agudizando y la clase trabajadora se verá cada día más perjudicada.

La actuación del Gobierno regional ha fallado. El Plan de Vivienda Joven se ha utilizado para hacer campaña y para que los promotores hagan negocio, no para solventar las necesidades de los destinatarios. Actualmente, se hace imprescindible: poner en marcha medidas que fomenten el alquiler social y la vivienda protegida; que se usen las viviendas vacías; que se intervenga fiscalmente a favor del alquiler y no de la compra; que se promueva el cooperativismo; y, que se proteja el medio ambiente.

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