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Los recién titulados no se ponen de acuerdo al opinar sobre las bolsas de empleo de sus universidades.

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En muchos casos ofrecen el primer contrato laboral, aunque no hacen milagros.
Alejandro Fuentes no tuvo que buscar mucho para encontrar su primer trabajo. Se lo sirvieron en bandeja desde el Centro de Orientación e Información de Empleo (COIE) de la Universidad Autónoma de Madrid. Este tipo de organismos son los que gestionan las ofertas laborales en la mayoría de las universidades públicas.
Después de un año y medio, Fuentes sigue en la consultora tecnológica Netcheck, donde comenzó con una beca de tres meses y cobrando seiscientos euros al mes. Ahora, su sueldo mensual alcanza los mil doscientos euros. Es licenciado en Físicas y su trabajo consiste en desarrollar un lenguaje informático Abap4. "De las cinco personas que entraron conmigo en la empresa procedentes de la universidad, permanecemos tres; las otras dos se fueron voluntariamente".
Fuentes fue quien tomó la iniciativa en su etapa de estudiante para propiciarse un futuro laboral. Junto a un grupo de amigos decidió apuntarse al COIE de su universidad, un requisito imprescindible para recibir las ofertas laborales de estas bolsas de empleo.
Uno de estos centros es el COIE de la Universidad Complutense, que dirige Margarita Barrio y gestiona siete mil puestos de trabajo al año. "La iniciativa tiene que partir del alumno, que debe rellenar la solicitud que encuentra en la página web de las universidades públicas. El proceso es sencillo y el estudiante tiene a su disposición muchas opciones de búsqueda laboral. Ahora sólo están apuntados dos mil estudiantes, aunque éste número oscila mucho". Se trata de una proporción ínfima en relación a los aproximadamente 85.000 alumnos que estudian en la Complutense.
El funcionamiento de estas bolsas de trabajo es sencillo. Las empresas envían las vacantes que tienen que cubrir a los centros de empleo de cada universidad y éstos les mandan los currículums de los candidatos que más coinciden con el perfil demandado. Después, la compañía se pone en contacto con los estudiantes. Otra posibilidad es que la empresa cuelgue directamente en el tablón electrónico de las webs de los COIE sus ofertas de empleo.
Cara y cruz
La historia personal de cada titulado muestra experiencias diferentes. Alicia de las Heras comenzó en segundo curso de Biblioteconomía a realizar prácticas en empresas a través del Servicio de Orientación y Planificación Profesional (SOPP), de la Universidad Carlos III, cuya inscripción cuesta al alumno cuarenta euros al año. Este organismo le proporcionó ocho becas en empresas, de las que se muestra satisfecha pero crítica: "Algunas prácticas de formación suplantan puestos de trabajo" Cuando se licenció, el primer contrato laboral del que sigue disfrutando, también le llegó desde la universidad: se incorporó a Deloitte hace nueve meses.
Pero no todo son alabanzas a estos centros que gestionan las ofertas de empleo. Paula Gullón, recién licenciada en Periodismo, trabaja en una agencia de comunicación gracias a la ayuda de un contacto personal. "No consulto las ofertas que me llegan desde la universidad porque la mayoría no tienen remuneración, no ofrecen contrato fijo ni cotizan a la Seguridad Social".
En este sentido, Chelo Sánchez, vicedecana de alumnos de la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca, tiene claro que "la bolsa de empleo de las facultades no puede ser una empresa de trabajo temporal. Debemos ser sólo vehículos facilitadores durante un periodo de tiempo".
Muy distinta es la opinión del responsable de la bolsa de empleo de La Comercial de Deusto, Iñaki Matienzo. ¿Cuánto tiempo tardan en encontrar trabajo los 120 estudiantes que se licencian cada curso? "Seis meses antes de titularse ya tienen trabajo". Aunque puede parecer una bilbainada, Matienzo explica que "el cien por cien de nuestros alumnos salen con trabajo en empresas como Santander, JP Morgan y PricewaterhouseCoopers", asegura. 

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