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Cuatro de cada diez inmigrantes trabajan por debajo de su cualificación

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Un informe europeo constata la desigualdad de oportunidades laborales para los extranjeros En Gipuzkoa encuentran empleo en la construcción y la hostelería
Preparación: El 46% de los latinoamericanos tiene estudios secundarios y el 15%, universitarios. El 31% de los europeos del Este se han licenciado.
En Gipuzkoa: Los datos de la oficina del Inem demuestran que los inmigrantes ocupan principalmente puestos en los sectores de la construcción, la hostelería y el servicio doméstico.
Un peruano sirve cafés en un bar de Pasaia; una ecuatoriana cuida a la anciana vecina del sexto; un africano se sube al andamio del nuevo bloque en construcción de Irun. Salta a la vista que el panorama cotidiano ha dado un vuelco de 180 grados en los últimos años debido a la incorporación al mercado laboral de miles de inmigrantes. Encontrar trabajo es el sueño de muchos, pero cuando lo consiguen, deben pasar muchos años hasta lograr una equiparación real con los trabajadores autóctononos. Es el coste que pagan para labrarse un futuro mejor lejos de su país. Así lo constata al menos una encuesta de la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico (OCDE), que subraya que cuatro de cada diez extranjeros trabajan en empleos por debajo de su cualificación. Algunos, porque no han tenido la oportunidad de formarse en su país de origen; otros, porque se han visto obligados a sacrificar su verdadera formación para amoldarse a las ofertas del mercado de acogida. El caso es que muchos de ellos son profesionales desaprovechados.
El informe de la OCDE no es el único que revela la «desclasificación» de los inmigrantes. Desde las oficinas del INEM en Gipuzkoa ofrecen más datos, aunque matizan que «son estadísticas desde el lado del desempleado» y que, por lo tanto, plasman una realidad diferente, pero con muchas coincidencias. Por ejemplo, los sectores en los que primero encuentran trabajo (la construcción, la limpieza, la hostelería...) y el nivel de estudios, principalmente secundarios (en el 82% de los casos). «Los extranjeros que vienen a trabajar ocupan las plazas que están vacantes y, naturalmente, las vacantes no son los mejores trabajos ni los mejor retribuidos», explican desde el Instituto de Empleo.
Gipuzkoa y el resto de territorios suspenden la asignatura de la integración laboral. De hecho, España es el país desarrollado donde la inmigración está mejor preparada, muy por encima de otros estados, como Alemania o Austria. Sólo Grecia se aproxima a los índices estatales, aunque hay que decir que en todos los países consultados los inmigrantes encuentran dificultades para emplearse en puestos acordes a su nivel profesional. En España, además, esos índices atañen también a los trabajadores autóctonos (el 25% ocupa empleos que no son acordes con su nivel de formación). El nivel de preparación de los inmigrantes difiere en función del país de origen. Así, la mayoría de latinoamericanos (el 46%) tiene estudios secundarios y el 15%, educación universitaria. El 39% de los procedentes de Europa del Este han terminado la secundaria y el 31% posee un título universitario. El reparto por sectores se corresponde con la realidad diaria: la construcción absorbe el 16,3% de la mano de obra inmigrante; el 12% está empleado en el servicio doméstico y otro tanto en la hostelería, mientras que en la agricultura trabaja un 6% de los extranjeros.
¿Discriminación?
¿Es esto una forma de discriminación laboral? La respuesta de la asociación Sos Racismo de Gipuzkoa es un sí rotundo. Su presidente, Agustín Unzurrunzaga, explica que «para obtener su primer empleo, un extranjero extracomunitario no lo puede hacer a partir de cualquier oferta», sino que tiene que atenerse al catálogo de actividades de difícil cobertura. El actual contabiliza hasta 48 profesiones con escasa demanda en Gipuzkoa, la mayoría relacionadas con el trabajo en la mar. «Por lo tanto -dice Unzurrunzaga-, la oferta de trabajo no se hace en función de los conocimientos, saberes o titulación del trabajador, sino que es el trabajador quien se tiene que adecuar al catálogo». En la práctica, asegura, se traduce en «médicos trabajando de empleadas de hogar o ingenieros empleados como soldadores».
Para los responsables del Inem, la desclasificación laboral de los inmigrantes no es una forma de discriminación. «Más bien se podría hablar de subempleo», una circunstancia que también se da entre los titulados nacionales.
Lo que ocurra en el futuro es todavía una incógnita. Aunque se prevé que la llegada de inmigrantes siga en aumento, no está claro cómo evolucionará su posición en el mercado. La igualdad de oportunidades laborales será, sin duda, una vara para medir si su integración es real.

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