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Los jefes mienten por no ser 'políticamente incorrectos': apuestan por la flexibilidad sólo 'de boquilla'

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Un informe de Hay Group revela los obstáculos para aplicar la flexibilidad en las empresas. La pérdida de poder y el enrarecimiento del clima laboral están entre los grandes temores
Dice Antonio Hernández, director general de Meta 4, que las empresas están llenas de passion killers, detractores de cualquier tipo de cambio por muy bueno que parezca. En ocasiones, se muestran partidarios de cierto grado de flexibilidad, pero a la hora de llevarlo a la práctica surgen los miedos. También las preguntas: "¿Y si pierdo poder? ¿Y si el ambiente se enrarece? ¿De verdad hace falta cambiar?".
Lo que no sabe Antonio Hernández es que sus palabras se ven confirmadas con un estudio elaborado por la consultora Hay Group. Una encuesta que se encargó de presentar recientemente uno de los socios de la compañía, Jorge Herrero, durante unas jornadas de la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD).
También dice el refrán aquello de que Del dicho al hecho... Pero en tiempos de conciliación y preocupación por retener y atraer talento, decir no a la flexibilidad es algo más que políticamente incorrecto. Por eso, el 76 por ciento de los encuestados afirma que los cambios en la estructura organizativa mejoran el compromiso de los empleados, el 90 por ciento asegura que conlleva innovación y ese mismo porcentaje responde que mejora la eficiencia operativa y la productividad.
Poco compromiso
Pero en la práctica, más de la mitad asegura que su empresa no lo pone tan fácil. El 9 por ciento argumenta que existe un escaso compromiso por parte de los directivos, el 10 por ciento dice que empeora el clima laboral, y un 23 por ciento revela que esa resistencia al cambio se debe al sentimiento de pérdida de poder que puede provocar.
Dentro de las iniciativas relacionadas con la gestión de los procesos de la compañía, Jorge Herrero destacó que todas las medidas mencionadas tienen como prioridad conseguir la calidad. Así, surgen entre las respuestas conceptos como outsourcing, servicio permanente 24 horas y automatización de procesos industriales.
Alta tasa de fracaso
Pero la práctica vuelve a toparnos con la dura realidad, esa respuesta que aclara que el teletrabajo no se acabará aplicando en la mitad de las empresas consultadas. "En el 41 por ciento de los casos, o se ha descartado o ha fracasado", aclaró Herrero.
¿Y por qué han fracasado estas medidas? ¿O ni siquiera se han llevado a cabo? La batería de respuestas vuelve a ponernos los pies en la tierra: el 13 por ciento asegura que falta la formación adecuada; el mismo porcentaje cree que el problema es la cultura de la empresa, el 12 por ciento cree que lo que se necesita es un nuevo modelo de liderazgo y un 6 por ciento responde que si no se hace es porque requeriría movilidad geográfica o cambios en la jornada de trabajo.
Barreras al 'teletrabajo'
Pero, ¿no acordamos que lo que se quería era trabajar menos horas pero mejor? Los passion killers, en plena acción: "Las respuestas indican que existen todo tipo de barreras en la empresa para introducir nuevos procesos de trabajo".
Escasez de passion killers debe haber en las dos empresas -Hospiten y la inmobiliaria Grupo Lar- que expusieron sus respectivos casos de flexibilidad en las jornadas.
Juan José Hernández, director general de Hospiten, explicó cómo se organiza la gestión de los 12 hospitales que el grupo posee en las Islas Canarias, Málaga, México y República Dominicana. "Con la expansión internacional era imposible centralizarlo todo. Pero lo que sí hicimos fue unificar la plataforma tecnológica para que toda la información fuera homogénea", dijo.
La directora de RRHH de Grupo Lar, Ana Sarasibar, explicó cómo funcionan las cosas en la inmobiliaria: "Nosotros tenemos que ser flexibles porque las promociones son seres vivos, porque tenemos que ser capaces de absorber 100 ó 200 promociones al mismo tiempo en distintos países". 

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