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En general, se asocia una mejor retribución con un mayor nivel de educación de la población.

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En muchos casos, las expectativas de esta retribución es un factor clave a la hora de decidir si seguir estudiando o entrar en el mercado laboral. Muchos estudios han intentado cuantificar esta rentabilidad en términos monetarios y, en términos generales, se puede decir que un año adicional de escolarización aumenta la remuneración entre el 5 y el 15%. No obstante, si en 1997 España se situaba entre los países donde la prima de ingresos por estudios universitarios era de las más altas de Europa, el último informe de la OCDE, Education at a glance, muestra que esta situación ha cambiado. En la actualidad, España se encuentra entre los países con menor prima: los titulados universitarios ganan un 150% más que los que tienen únicamente estudios de ESO, mientras que en EE.UU. este diferencial llega al 260% y, en Hungría, hasta un 300%.
Además de estos beneficios monetarios, la educación tiene también otro tipo de ventajas como la mejora de la salud de la población, la reducción del crimen, el incremento del bienestar infantil o la mejora del entorno familiar y social del individuo. Cuantificar estas externalidades es aún más difícil. El último Working Paper de La Caixa - Parental Employment and Time with Children in Spain - desvela una asociación positiva entre el nivel formativo de los padres y el tiempo dedicado al cuidado y educación de sus hijos.
La inversión en educación es determinante para el bienestar de la población. No obstante, hace falta mejorar los incentivos para seguir estudiando para que además de vivir para aprender podamos también aprender para poder vivir mejor.

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