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Robert Reich: "La desigualdad salarial entre ejecutivos y empleados aumentará"

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Robert Reich: "La desigualdad salarial entre ejecutivos y empleados aumentará" 
Robert Reich, ex Secretario de Estado con Clinton, advierte de que las diferencias retributivas en Europa serán cada vez mayores hasta alcanzar los niveles de EEUU. Para paliarlas defiende una tributación progresista. 
Defiende la etapa del presidente Clinton con pasión y asegura que "un candidato demócrata será el próximo presidente de Estados Unidos".
Fue el secretario de Estado de Trabajo en la Administración de Clinton entre 1993 y 1997. Autor de The Work of nations, traducido a 22 idiomas, Robert Reich (Scranton, Pennsylvania, 1946) fue invitado por Barcelona Activa, organismo municipal de promoción económica, para pronunciar una conferencia con título ilustrativo: "Menos curriculum, más vitae".
Pregunta: Usted ha incidido en la necesidad de ofrecer "itinerarios profesionales" a los trabajadores, como apunta también el sociólogo Richard Sennet. ¿Cómo se puede realizar, con tantos cambios en el mercado laboral?
Respuesta: Es vital ofrecer esas trayectorias profesionales. Un mecánico automovilístico, por ejemplo, deberá entender todos los circuitos electrónicos de los coches y poder hacer reparaciones e innovaciones sobre esos circuitos, porque el paso que deberá afrontar es pasar de mecánico a técnico automovilístico.
P.: ¿Pero quién ofrece incentivos y la formación para hacer ver a los trabajadores que necesitan dotarse de esas trayectorias profesionales?
R.: Hay que ofrecer, efectivamente, una trayectoria profesional clara, advertir al trabajador, proporcionando formación. Para ello son necesarias políticas activas por parte de los poderes públicos y las organizaciones sin afán de lucro.
Las empresas hablan mucho de ello pero la mayoría no tienen incentivos para hacerlo. Si aumentan la capacidad de sus trabajadores, les deberán pagar más y a eso no están dispuestas.
P.: Usted repite que las empresas acabarán contratando a los mejores preparados, allá donde estén. ¿India y China son los países que tendrán más éxito?
R.: En los últimos años se ha entendido que lo determinante es el capital humano y la infraestructura que liga ese capital humano. Pero China e India aún están formando una porción muy pequeña de su población.
Ahora, es cierto que puede catalizar a Estados Unidos y Europa para afrontar el reto y hacer un buen trabajo. Europa tiende a proporcionar una buena educación, pero no se sabe si muy ligada o no a la oferta ocupacional.
En Estados Unidos hay una educación superior excelente, pero nuestra debilidad está en la formación primaria y profesional. Y todos debemos aprender de todos.
P.: ¿Cómo se puede corregir la cada vez mayor desproporción salarial entre ejecutivos y empleados?
R.: Entre las grandes empresas habrá una intensificación de la competencia para obtener el mejor talento en los niveles más altos. Eso quiere decir que en Europa aumentará esa diferencia salarial hasta los niveles de Estados Unidos, incluso está pasando en Japón.
El consejero delegado de Sony, por ejemplo, es un norteamericano. Se plantea un problema social y económico muy importante. ¿Qué hacemos con ese desfase? No creo que podamos basarnos en el accionista para regular esto. Las desigualdades sociales como éstas sólo pueden compensarse con una tributación progresista.
P.: Steve Forbes sostiene lo contrario.
R.: Forbes no es que se equivoque un poco, es que se equivoca de forma colosal y profunda. Lo que pasa en Estados Unidos pasa en todo el mundo. Gente como Forbes defiende la economía de la oferta: si reduces los impuestos a los más ricos liberarás los instintos animales y serán, incluso, capitalistas más viciosos en beneficio del resto.
La economía de la oferta es sencillamente una ortodoxia puramente religiosa. Pocas ideas en el sistema económico han sido tan falsas.
En la Administración Clinton, de la que me enorgullezco de haber sido miembro, se aumentaron los tipos impositivos marginales sobre los más ricos y se subió el salario mínimo.
¿Qué sucedió? La economía floreció, mejor que con Reagan y después con los Bush. Se crearon más puestos de trabajo que nunca y se redujo la brecha entre los más ricos y las clases medias. Y eso son hechos.  

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