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Las mujeres españolas se adaptan claramente al mercado laboral. En la Comunidad de Madrid, más del 60 por ciento tienen un empleo y la tendencia es alza.

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Las mujeres españolas se adaptan claramente al mercado laboral. En la Comunidad de Madrid, más del 60 por ciento tienen un empleo y la tendencia es alza. 
Aún cuando en algunos países nórdicos el ritmo de entrada se desacelera, en la mayoría de los países europeos la tendencia es claramente alcista y España figura con el mayor índice de crecimiento.
Cada vez son más las mujeres que poseen una formación avanzada y tienen potencial para acceder a puestos directivos. El problema está en que muchas organizaciones y empresas no han tenido en cuenta esta realidad a la hora de dirigir y organizar su plantilla laboral.
Su estructuración del trabajo sigue esencialmente diseñada para hombres con una sola fuente familiar de ingresos, y con horarios de trabajo incompatibles con las necesidades de cuidar a personas dependientes y de construir un hogar.
La Comunidad de Madrid se encuentra en una mejor situación con respecto a las tasas medias del resto de España. Las diferencias se amplían cuando se trata de la población femenina cuya posición en la Comunidad es mucho más favorable, con tasas del 9,32 por ciento de paro femenino, frente al 15,71 por ciento del resto del territorio español.
Por otro lado, y atendiendo a criterios de la UE, cuatro comunidades cumplen ya el objetivo de una tasa de empleo global del 70 por ciento, para el conjunto de la población. Éste es el caso de Navarra (71,5 por ciento), Cataluña (70,9 por ciento), La Rioja (70,8 por ciento) y la Comunidad de Madrid (70 por ciento).
A finales de 2005, el número de personas activas en la Comunidad es de algo más de tres millones de personas; ello supone el 14.6 por cientode la población activa total de España, siendo la tercera comunidad con mayor población activa en el territorio nacional, después de Cataluña y Andalucía.
El peso relativo de la Comunidad de Madrid se ha incrementado respecto al conjunto de España (del 14,4 por ciento en 2004 al 14,7 por ciento en 2005), no ha sido éste el caso de Cataluña ni Andalucía, que sufren una leve pérdida de importancia relativa en el conjunto nacional.
En relación con el empleo de la población femenina, tres son las comunidades autónomas que actualmente cumplen ya el objetivo del 60 por ciento, mínimo de la tasa global de empleo fijado por la UE.
De ellas, Navarra (con un 62,1 por ciento y la Comunidad de Madrid (con otro 61 por ciento) son las que superan con cierta holgura el límite establecido.
Por otra parte, la principal causa de inactividad en España es estar jubilado/a (23,8 por ciento); la segunda causa es tener responsabilidades familiares o personales, hecho que afecta al 22,5 por ciento de la población inactiva, y la tercera es estar cursando estudios, 17,1 por ciento.
Repunte del empleo femenino
Frente a la nueva situación, las mujeres españolas se han adaptado claramente a los nuevos requerimientos del sistema productivo, a la vez que están superando con rapidez los principales condicionantes que fundamentaban la desigualdad laboral por sexo.
Por una parte, las mujeres están transformando sus pautas laborales intensamente en la dirección marcada por la propia transformación del mercado de trabajo.
Por otra, las decisiones de oferta de trabajo, y en concreto las decisiones de participación de las mujeres en el mercado de trabajo remunerado, son analizadas a través de modelos en los que los individuos adoptan sus decisiones en función de los rendimientos netos que esperan obtener.
Los beneficios de participar dependen de los salarios esperados de la actividad laboral, que estarán relacionados con determinadas características personales de los individuos (edad, nivel de estudios, etcétera), mientras que los costes dependerán fundamentalmente de variables relacionadas con su situación familiar (dedicación al cuidado de la prole, etcétera).
Como resultado de ambas consideraciones, los individuos determinan el llamado salario de reserva, de forma que participarán en el mercado de trabajo cuando el salario esperado sea mayor que su salario de reserva.
El proceso de decisión está condicionado por la influencia de diferentes variables: la edad, el capital humano de las mujeres, la existencia de hijos, la relación con la actividad del marido y las oportunidades de empleo que le ofrece el mercado.
En definitiva, diferentes condiciones de trabajo favorecerán o se constituirán en una barrera a la compatibilización del trabajo doméstico y remunerado, la demanda de determinados servicios sustitutivos de tiempo doméstico modificará la tecnología doméstica, afectando a las decisiones de participación laboral de las mujeres (Long, 1958), y distintos marcos de política familiar facilitan en diferente medida las tareas de compatibilización.  

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